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El conocimiento de la enfermedad diabética como vía de autocuidado en su prevención y tratamiento

Diabetes

La Diabetes, enfermedad que afecta a 1 de cada 11 personas en el mundo y que según la OMS sus cifras se han cuadruplicado desde 1990, es una patología que no hay que tomar a la ligera puesto que es una enfermedad grave y crónica que conlleva seriamente una alteración importante en la calidad de vida.

Teniendo en cuenta que ningún tratamiento por sí solo es capaz de controlarla, algunos comportamientos pueden retrasar su aparición, estabilizar su evolución y limitar sus graves complicaciones. Es decir, contribuir a mejorar la calidad de vida del paciente.

Además del protocolo médico clásico, efectuado necesariamente por un endocrinólogo, la prevención a base de medidas dietéticas (imprescindible una educación en la alimentación desde la infancia), el sentido común y el conocimiento de la enfermedad son muy importantes para su prevención, una mejor evolución de la enfermedad ya presente y una mejoría en la calidad de vida. Otros abordajes terapéuticos que se suman en este sentido es completar todas estas medidas con un tratamiento homeopático, también prescrito por un médico, e incluso fitoterápico (uso terapéutico de plantas medicinales), uso de oligoelementos (elementos minerales esenciales para muchos procesos metabólicos), medidas psicoterapéuticas, etc., contribuyendo todos a mejorar el estado de la enfermedad y limitar la progresión de la patología equilibrando además al enfermo en su individualidad de una forma más completa.

Existen tres tipos de Diabetes:

Diabetes I, en la que el páncreas no produce suficiente insulina (Juvenil o insulino-dependiente), una hormona que le permite al organismo utilizar la glucosa de los alimentos para producir energía, necesaria para el proceso de la vida. Se da en niños o adultos jóvenes pero puede aparecer a cualquier edad. No necesariamente es de origen genético. Generalmente se produce por un trastorno autoinmune (el sistema de defensas no reconoce como propios ciertas células, tejidos) en el que se destruyen las células Beta del páncreas, encargadas de la producción de insulina y consecuentemente se produce un aumento de la glucosa en sangre, al no poderse utilizar esa glucosa como fuente de energía.
Los síntomas que aparecen son sed anormal, sequedad de boca, cansancio extremo, apetito constante, pérdida de peso repentina, dificultad en la cicatrización, infecciones recurrentes y visión borrosa.

El 10% de estos pacientes también son celiacos.

En estas personas es necesaria la administración de inyecciones de insulina regularmente, según sus necesidades energéticas además del acompañamiento de una dieta pobre en azúcares, almidones y grasa.

Diabetes II, de inicio tardío, el páncreas produce insulina pero no la suficiente o esta es de mala calidad y no se puede utilizar apropiadamente.
Se ha llamado “el mal silente” pues, hasta que no se producen con el tiempo las complicaciones, apenas hay síntomas y, por tanto, es difícil que la persona afectada tome conciencia desde el principio del diagnóstico, cuando es más fácil poder prevenir sus graves complicaciones (Accidentes vasculares cerebrales, ceguera, insuficiencia renal, amputaciones) y el riesgo de muerte prematura.

Los factores de riesgo como una alimentación no saludable, la falta de actividad física, la obesidad, el estrés y la falta de sueño son disparadores para que se desarrolle en personas con una genética predispuesta, con la edad y con historial familiar de la enfermedad. Otros factores de riesgo son una microbiota intestinal (100 billones de bacterias presentes en el intestino necesarias para la salud) en desequilibrio en cuanto a la calidad y cantidad de sus poblaciones bacterianas y un bajo peso en el nacimiento.

Otros factores también que contribuyen a su desarrollo son hipertensión arterial, niveles altos de colesterol y en las mujeres con hijos que, al nacer, han tenido un peso superior a 4.5 kg.

En la actualidad 1 de cada 3 personas en el mundo tiene sobrepeso y 1 de cada 10 obesidad, desgraciadamente muy frecuente en la actualidad en algunos países subdesarrollados o poblaciones en peores condiciones económicas y culturales en países desarrollados. El 80% de los diabéticos tipo II diagnosticados antes de la llegada de complicaciones son pacientes con sobrepeso u obesos.

Generalmente se desarrolla en mayores de 40 años, con sobrepeso y con historia familiar de diabetes.

La edad de comienzo se va adelantando en los últimos años.

La tipo II es la más frecuente, un 90-95 % de los casos.

Afecta al 25% de las personas mayores de 65 años.

Existe un estado previo a la enfermedad, llamado Prediabetes, el 90 % de los afectados no lo sabe. Los niveles de glucosa en sangre son altos pero no tanto como para un diagnóstico de la enfermedad en muchos casos y posteriormente se desarrolla si no se toman medidas en la dieta y hábitos de vida y tiene un riesgo alto de accidente cerebro-vascular y enfermedad cardiaca. Con el cambio en hábitos de vida se puede evitar el paso a una diabetes II en un 58% de los casos, un 71% en mayores de 60 años.

Los daños que se producen por esos niveles altos de glucosa en sangre en la Diabetes II son:

Microvasculares (afectación de los capilares de los tejidos): retinopatía, cardiopatía, nefropatía y neuropatía.
Macrovasculares ( afectación de las arterias): infarto, accidente cerebro-vascular, enfermedad vascular periférica .
Alteraciones en el equilibrio psico-emocional.
Se estima que, al cabo de 10 años de evolución, habrá, al menos, una complicación en el 35% de los pacientes.
Teniendo en cuenta estas complicaciones, la diabetes es la 4ª causa de mortalidad en el mundo.

Diabetes III o Gestacional

Se diagnostica por primera vez en el embarazo, en general en etapas avanzadas del mismo. Los riesgos para el feto son menores en este caso que cuando la madre es previamente diabética pues, cuando se produce, el feto está en avanzadas etapas del desarrollo pero nace con más probabilidades de desarrollar obesidad y diabetes II en el futuro. Las mujeres que sufren diabetes gestacional también tienen más probabilidades de desarrollar diabetes II en el futuro.

También existen otros tipos de diabetes:
-Diabetes monogénica, una forma hereditaria.
-Diabetes asociada a la fibrosis quística.

La diabetes no tiene cura pero el paciente, conociendo su enfermedad, puede tomar medidas (hábitos de vida y utilización de tratamientos complementarios) por su parte para controlar su enfermedad y mantenerse lo más sano y en equilibrio global posible.
La educación en la enfermedad es fundamental en toda la población para tener una autonomía y una responsabilidad en el cuidado de su salud.

En sucesivos artículos hablaré con más detalle de las medidas terapéuticas que podemos aplicar (complementando y haciendo más eficaces los tratamientos clásicos), conocimiento de la dieta para tratar y prevenir esta enfermedad y poder prevenir y también tratar las complicaciones que ensombrecen, por su gravedad, el pronóstico a medio y largo plazo de las personas afectadas.

«El deseo de sanarse ha sido siempre la mitad de la salud. Mejor es la salud que nunca se perdió». Seneca

PAZ OJEDA MARTÍN
Médico Homeópata.
Profesora de Homeopatía del CEDH (Centro de Enseñanza y Desarrollo de la Homeopatía)
[email protected]

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