El Traumatismo Cráneo Encefálico (TCE) es una lesión cerebral causada por fuerzas mecánicas externas. Se estima que afecta a diez millones de estadounidenses anualmente; el gasto que esta lesión genera, tanto económica como socialmente, hace que suponga un problema de salud pública para el Sistema Nacional de Salud. Los supervivientes de un TCE son abandonados con incapacidades cognitivas, comunicativas y de comportamiento; además no existe tratamiento o programa eficaz en la práctica clínica diaria, por lo que estos enfermos esperan que de la investigación deriven nuevas formas para enfocar la enfermedad.
Existen tres clases de TCEs que, en ocasiones, se superponen:
Agudo, Subagudo y Crónico.
El TCE AGUDO ocurre en las veinticuatro horas a partir de la lesión, el SUBAGUDO ocurre días después del TCE. Y el TCE CRÓNICO se revela a semanas después de ocurrido el suceso.
En el momento Agudo se produce lesión cerebral producida por el impacto -lesión primaria-; después del momento agudo se genera una cadena de sucesos que van desde el edema (aumento del líquido en el cerebro), disminución de la oxigenación (hipoxia) y no llegada de sangre (isquemia): asimismo, estos sucesos aumentan la presión en el interior del cráneo (recordemos que el cráneo no se puede expandir, es una cavidad rígida) y en consecuencia salida del interior de las células neurotransmisores excitadores con empeoramiento del manejo del calcio por las células -lesión secundaria-.
Se puede evitar la lesión primaria, evitando el traumatismo (evidentemente); en relación con la lesión secundaria, el Oxígeno Hiperbárico resulta útil por bloquear la muerte celular, inflamación y proteger la integridad de la barrera hemato-encefálica (barrera que separa el cerebro del resto del organismo). Además, promueve la formación de nuevas neuronas y la extensión y aparición de nuevos vasos.
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